Publicado el 7 de junio de 2023

La primera subasta de energía eólica marina se celebrará este año. ¿Está lista la tecnología?

Tras años de gestación, el Gobierno por fin ha definido el mapa de la energía eólica que permitirá a los primeros parques de aerogeneradores salir del bloqueo en el que se encontraban desde hace años y entrar en operación en alguna de las cinco zonas delimitadas frente a las costas españolas. Hasta el momento, cerca […]

Tras años de gestación, el Gobierno por fin ha definido el mapa de la energía eólica que permitirá a los primeros parques de aerogeneradores salir del bloqueo en el que se encontraban desde hace años y entrar en operación en alguna de las cinco zonas delimitadas frente a las costas españolas. Hasta el momento, cerca de una veintena de empresas han presentado 46 proyectos y la primera subasta de eólica marina está al caer. No obstante, la industria eólica offshore o marina todavía necesita despejar de su camino incógnitas como el precio al que se subastará el megavatio-hora. España mantiene el objetivo de autorizar unas 200 turbinas en el mar de aquí a 2030 que aportarían el 40% de la potencia instalada de esta fuente de energía en la Unión Europea para esa fecha. Sin embargo, esta tecnología es tan novedosa y costosa, según sus detractores, que su viabilidad está en entredicho. ¿Se superarán los retos tecnoeconómicos?

El primer reto de la eólica marina en España es el tiempo porque su puesta en marcha no deja de acumular retrasos. Tras dos años de elaboración, el pasado 28 de febrero se aprobaron los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM), el mapa imprescindible para poder convocar las sucesivas subastas que estará vigente hasta el 31 de diciembre de 2027. El Gobierno anunció que dicha subasta se celebraría en el primer trimestre del año, pero cumplido también ese plazo, desde el sector se apunta más bien a que se anunciará en algún momento de este año el que las elecciones locales y autonómicas siempre supone una cierta distracción.

Lo cierto es que Europa quiere que en 2050 el 30% de su demanda de electricidad se genere en el mar, un reto que, de acuerdo con los cálculos de la propia Comisión Europea, requiere una inversión de al menos 800.000 millones de euros. El salto que esta fuente de generación tiene que dar va desde los más o menos 12 GW que se generan actualmente en la Europa de los 27 hasta los 300 GW en 2050 para asumir el mencionado porcentaje de demanda eléctrica.

¿Y en España? La ‘Hoja de Ruta para el desarrollo de la Eólica Marina y de las Energías del Mar’ establece como objetivo para 2030 una potencia instalada de eólica marina de hasta 3 GW que, potencialmente, podrían ser 17 en 2050. De esta forma, para el final de esta década, en torno al 40% de la electricidad generada en el mar por los socios comunitarios (unos 7 GW) sería española. La posición de la Asociación Empresarial Eólica (AEE) es que hay “superficie suficiente” en los POEM “como para realizar el despliegue contemplado para 2030 en la Hoja de Ruta de la eólica marina y las energías del mar”.

¿Y por qué eólica y marina? La respuesta está en el viento, literalmente, porque en el mar sopla con más frecuencia y menos turbulencias que en tierra firme, así que su potencial de generación eléctrica es considerablemente mayor. Actualmente, las turbinas terrestres más potentes suelen estar entre 5 y 6 MW, como mucho 7, pero en el mar actualmente pueden llegar a los 15 MW. Asimismo, la energía eólica marina flotante aporta un factor de capacidad superior al resto de tecnologías renovables, “con valores cercanos al 50%, frente al 24% para la eólica terrestre y 18% para la solar fotovoltaica, aproximadamente”, según la AEE.

Potencias y rendimientos superiores, pero también costes mayores. Hace dos años, cuando Equinor presentó el proyecto que ahora se denomina Floating Offshore Wind Canarias (FOWCA) y para el que se ha asociado con Naturgy, la inversión prevista era de más de 700 millones de euros para un parque de 15 aerogeneradores, aunque actualmente sólo se proyectan 12 turbinas. A efectos comparativos, en estos momentos EDP Renovables España planea invertir 31,5 millones de euros para instalar siete aerogeneradores de 6MW frente a la Costa da Morte.

El profesor Juanjo Coble, director del Máster en Energías Renovables y Eficiencia Energética de la Universidad Nebrija, recuerda que el precio de las energías renovables ha bajado significativamente en la pasada década “y siguen bajando en los años pospandemia”. De acuerdo con los datos que cita de la Asociación Internacional de Energías Renovables (Irena, por sus siglas en inglés), en concreto la eólica marina recortó sus costes un 29% entre 2010 y 2019. En 2021, la reducción fue de un 13% adicional. 

Los retos y desafíos de los parques eólicos marinos en España

Una de las críticas que recibe esta tecnología es que además de ser ‘verde’ lo está en términos de madurez. El profesor Coble considera que esta visión es injusta: “Las noticias en el sector no van en ese sentido y es normal, actualmente, en el sector de las renovables, las tecnologías que estaban en funcionamiento seis meses atrás son sustituidas y/o mejoradas por otras que anteriormente estaban en período de pruebas o investigación. Esto pasa con la tecnología flotante, existen varias posibilidades, pero las empresas tecnológicas y los fondos de inversión ya se están decantando por opciones concretas”.

No obstante, reconoce que la cantidad de parques eólicos flotantes comerciales en el mundo “es todavía muy limitada y no está claro cuál es el diseño (o los diseños) de flotador que serán predominantes en el mercado”. Todo depende de cuáles “tengan menores costes de implantación, operación y mantenimiento”.

El primer parque eólico en el mar entró en funcionamiento en Dinamarca en 1991. Cada uno de sus molinos de viento era capaz de generar (solo) 450 kW. Desde entonces, es innegable que se ha producido un enorme salto en términos de potencia. Sin embargo, España tiene un problema con la profundidad de sus costas. Ese primer parque de aerogeneradores flotantes instalado frente a las costas danesas y prácticamente todos los que se han erigido después son de cimentación fija, es decir, los postes están anclados al lecho marino, una solución que resulta inviable más allá de los 50 metros de profundidad; en el caso de España, la distancia media al fondo se sitúa en torno a los 60 metros, así que la mayoría de los proyectos dependerán de soluciones flotantes.

Desde hace ya algunos años España trata de hacer de la necesidad virtud y en estos momentos alberga el mayor número de instalaciones destinadas a desarrollar parques eólicos flotantes de Europa, una labor a la que se dedican la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) y la Plataforma de Energía Marina de Vizcaya (BiMEP), entre otros centros de investigación y desarrollo. Ya en 2021, de las 27 soluciones de cimentaciones flotantes que existían en el mundo, siete eran españolas. BiMEP realizó el pasado verano la botadura del primer aerogenerador flotante español conectado a la red eléctrica. Se trata, de momento, de parques precomerciales que el Ministerio de Transición Energética trata de impulsar mediante cuatro programas de ayudas que suman 200 millones de euros.

Respecto a las subastas que tienen que convocarse, Coble toma como referencia el caso de Francia, que está en proceso de adjudicar 250 MW de eólica marina. “Es de suponer que la horquilla del precio en la subasta dará un precio final de adjudicación por debajo de 100€/MWh”. “Puede que el nivel de coste sea alto -matiza Coble-, pero las empresas dedicadas al trading y la financiación como Bloomberg y Lazard exponen, en sus informes sobre el LCOE (Levelized Cost of Energy) valores para la eólica offshore de 83$/MWh, inferiores al precio de adjudicación”.

Para Coble, aunque “el recorrido de beneficio instalando a ese precio medio es muy ajustado”, recurrir a aerogeneradores flotantes “puede suponer una gran oportunidad industrial para España, que puede aprovechar el impulso de las subastas para posicionarse como fabricante y proveedor internacional de estas tecnologías”.

El futuro de la energía eólica en España: parques eólicos marinos

El Gobierno de España ha decidido que Gran Canaria sea el lugar donde se instalen los primeros aerogeneradores. Entretanto, el Ministerio para la Transición Ecológica ha elaborado un visor para consultar los 18 ‘polígonos’ divididos en cinco zonas en los que se podrán instalar molinos de viento marinos.

Para ver todos los proyectos que han iniciado el procedimiento de evaluación ambiental, se pude consultar el registro del Ministerio aquí. En este momento figuran 46 proyectos en distintas fases del procedimiento en Canarias (23, aunque uno de ellos engloba cuatro parques eólicos), Andalucía (5), Cataluña (7), Galicia (10) y País Vasco (1). Las empresas promotoras son Abei Energy, Acciona, Bluefloat Energy, Capital Energy, Enerocean, Equinor, Esdras Automática, Ferrovial, Greenalia, Grupo Cobra, Grupo Magtel, Iberblue Wind, Iberdrola, Naturgy, Ocean Winds (EDPR y Engie), RWE, Saitec y Sener.

El boom de los parques eólicos marinos en España para este 2023

Con la expansión de la eólica marina, el papel de los puertos y astilleros nacionales puede evolucionar, convirtiéndose en centros de construcción y operación de instalaciones de energía eólica marina para la realización del pre-montaje de las estructuras flotantes, atraque de los barcos instaladores y transporte de turbinas y otros elementos de los parques eólicos marinos, así como para la economía circular relacionada con el desmantelamiento de los equipos empleados, para la comunicación a través de los cables submarinos y también para la industria derivada de las distintas actuaciones a lo largo de la cadena de valor del sector que se puedan llevar a cabo en sus inmediaciones.

La patronal del sector ha calculado que como consecuencia de la actividad prevista y de acuerdo con un escenario “viable”, asegura, en el que la mayor parte de las actividades de la cadena de valor (75%) se desarrollaran en España, “se estima que durante el periodo 2025-2050 la contribución sectorial de la energía eólica offshore ascendería a 49.607 millones de euros, de los cuales 40.874 millones sería la contribución de los agentes que desarrollan actividad en el sector (impacto directo), y 8.733 millones derivado del efecto arrastre que tendría esta industria en el resto de la economía española (impacto indirecto)”.

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