Publicado el 4 de septiembre de 2023

España pone las bases de su ecosistema de hidrógeno verde.

Cádiz, Castellón, Puertollano o Tarragona. En este momento del año, casi podría parecer una ruta turística y aunque alguno de estos puntos coincida con zonas de veraneo, también son el destino de alguno de los principales proyectos para producir hidrógeno verde, al tiempo que se suceden nuevas aplicaciones de este gas para la industria y […]

Cádiz, Castellón, Puertollano o Tarragona. En este momento del año, casi podría parecer una ruta turística y aunque alguno de estos puntos coincida con zonas de veraneo, también son el destino de alguno de los principales proyectos para producir hidrógeno verde, al tiempo que se suceden nuevas aplicaciones de este gas para la industria y el sector de la movilidad. Aunque es solo el principio, la creación de la economía del hidrógeno empieza a tomar forma en España que concentra el 20% de los proyectos de hidrógeno verde del mundo -solo por detrás de EE. UU.- y está entre los 10 países con mayor potencial de generación de este vector energético que forma parte del plan de todo el continente para hacer realidad la transición energética.

Hace un par de años que se suceden en España los anuncios de diversas iniciativas que buscan poner las primeras piedras del ecosistema del hidrógeno en España, aunque en realidad este gas se utiliza desde hace décadas en diversos sectores industriales. Es el combustible que llevó al hombre a la Luna y más a ras de suelo, la industria petroquímica lo utiliza en el refinado del crudo para, entre otras cosas, rebajar el contenido de carbono de los combustibles que utilizan todo tipo de vehículos. Esta aplicación, en concreto, supone un primer paso para descarbonizar los combustibles fósiles, pero es insuficiente para alcanzar el objetivo del cero neto de carbono para 2050. Hay que producir mucho más de lo que jamás se haya producido.

Por eso y no solo a través del hidrógeno, se tiene que abordar una enorme reconversión industrial capaz de integrar a gran escala esta molécula en el sistema energético, ya sea como medio para acumular excedentes de energía (la generada por el viento y el sol cuando la producción supere la demanda) o como un combustible más, pero libre de carbono, en sectores de alto consumo energético y difícil descarbonización como el metalúrgico, cementero y cerámico. 

Repsol, el mayor productor y consumidor de hidrógeno en España, es una de las empresas que apuesta por esta segunda vía para crear combustibles sintéticos. Planea hacerlo en el puerto de Bilbao a partir de hidrógeno y CO2. La petrolera es un ejemplo del cambio de modelo que se está operando en el sector de la energía. Hace menos de dos años anunció inversiones en toda la cadena de valor del hidrógeno por valor de 2.549 millones de euros hasta 2030. Esta cantidad incluye contar con una capacidad de producción equivalente a 1,9 GW.

Según algunas estimaciones, el hidrógeno renovable y el de baja huella de carbono podrían representar entre el 10 y el 20% del consumo energético mundial dentro de unas décadas. Desde el sector, reconocen que al hidrógeno le falta camino por recorrer hasta ser capaz de asumir el papel que se le ha otorgado en la planificación energética, tanto para movilidad -transporte pesado y de larga distancia, fundamentalmente-, como en otros ámbitos como la generación de calor para los hogares donde “el hidrógeno será parte de la solución, al actuar como respaldo cuando existan temperaturas o muy frías o calientes (las bombas de calor son menos eficientes cuanto mayor salto de temperatura hay)”, según explica Borja Martín, gestor de proyectos en Ariema. Sin embargo, “aún nos encontramos en un estadio muy incipiente de la tecnología y hay una falta patente de infraestructura”, advierte.

Algo parecido sucede en el caso de los electrolizadores que sirven para obtener hidrógeno a partir del agua; su producción “se encuentra al límite”, según Martín, aunque espera ver una caída de sus costes cuando despegue la producción en serie y la mejora de su eficiencia y vida útil permitan un precio del kilo de hidrógeno más competitivo que el actual.

El plan para que la producción de hidrógeno despegue en España

Tanto las instituciones europeas como el gobierno español tienen sus propias hojas de ruta para esta molécula: en el primer caso, para alcanzar los 40 GW de capacidad instalada de electrólisis y una producción de hasta 10.000 millones de toneladas de hidrógeno renovable para 2030; en el segundo, “la última actualización del PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) incrementó el objetivo de capacidad instalada de electrólisis de 4GW marcados por la Hoja de Ruta del Hidrógeno publicada en 2020 a 11 GW, una cifra que está en línea con la capacidad de electrólisis recogida en el censo de proyectos de hidrógeno que recientemente ha creado la Asociación Española del Hidrógeno”, apunta este experto.

Esto significa que, en pocos años, España podría ser uno de los líderes europeos de este mercado, ya que “si se consigue llevar a cabo la planificación marcada, tendrá una capacidad de producción de este gas equivalente al 27,5% del planificado para toda la UE”, aclara Martín. No obstante, a pesar de que el recurso renovable (sol y viento) del que dispone España “es uno de los mejores de Europa, y eso nos posiciona para producir hidrógeno más barato que el resto del continente”, advierte de que “si no se aceleran los procesos de tramitación y regulación de proyectos, otros países comunitarios podrían ocupar ese espacio como hub europeo de hidrógeno”.

Una de las piezas maestras del futuro ecosistema del hidrógeno español será el ‘hidrogenoducto’ submarino H2Med que debería empezar a construirse entre Barcelona y Marsella en 2026, con lo que llegaría a tiempo de estrenarse en 2030. No obstante, su financiación todavía está en el aire, aunque hace pocas semanas el proyecto ha pasado el primer examen de Bruselas. Esto lo sitúa más cerca de entrar en la categoría PCI (Proyecto de Interés Común), la llave para optar a financiación comunitaria. De acuerdo con fuentes del sector, si todo va bien, en noviembre podría formar parte del próximo listado de proyectos de este tipo que está pendiente de publicación. En ese momento se conocerá también la cuantía de los fondos a los que opta. De momento, la inversión necesaria para su construcción se estima en más de 2.000 millones de euros. Otro de los proyectos que podría ser considerado de interés común es un enlace por tubería entre Portugal y España con aproximadamente la mitad de recorrido (248 kilómetros) y un coste de 350 millones.

España ha presentado tres candidaturas más a los PCI: por un lado, sus dos primeros corredores internos de hidrógeno que conectarían los principales centros de producción, uno que atraviesa la cornisa Cantábrica, el nordeste y llega hasta la costa mediterránea y otro que enlazaría la zona oeste y el sur del país; y en candidaturas separadas, dos almacenes subterráneos de hidrógeno en Cantabria y País Vasco. Se espera que Enagás convoque sendas calls for interest al respecto de aquí a finales de 2023 con vistas a completar la inversión necesaria. 

“Poca certidumbre regulatoria”

Desde Ariema, reconocen que, a pesar de los grandes proyectos que el sector tiene ante sí, el camino no está libre de obstáculos de toda índole: “Sin demanda no hay proyecto de hidrógeno”, insiste Martín, en alusión al primero de los obstáculos, la búsqueda del consumidor final; otro es “la poca certidumbre regulatoria”. Se trata de un terreno “muy nuevo -continúa este gestor de proyectos energéticos- que desincentiva la inversión”. A esto hay que sumar “la poca agilidad administrativa para poner en funcionamiento los proyectos y los plazos de entrega de los equipos (2 años para electrolizadores); así como la falta de capacidades en la cadena de valor, ya que todavía no hay producción en serie de equipos, lo que implica que los electrolizadores son más caros y los plazos de entrega más elevados”.

En este contexto, la producción de hidrógeno mediante energías renovables “no es rentable económicamente por el momento”, sostiene, con un precio que se mueve entre 5 y 10 €/kg frente a la que emplea combustibles fósiles que se sitúa alrededor de 1,5 €/kg. Pero Martín no duda de que el futuro del mercado energético será híbrido y el hidrógeno tendrá su hueco entre otras tecnologías, tanto en movilidad como en calefacción.

21.000 millones de inversión privada en hidrógeno frente a 200 públicos

“Muchas empresas, después de hacer los pertinentes estudios económicos, se están dando cuenta de que sólo con la inversión propia/privada la rentabilidad del proyecto no alcanza el nivel necesario para poder desarrollarlo”, reconoce Martín, que compara el interés del sector privado por invertir en esta industria incipiente -el segundo mayor del mundo en 2022, solo por detrás del de EE. UU.- con la financiación pública que, por el momento, ha llegado al mercado: más de 21.000 millones en el primer caso, “frente a una aportación pública estimada de unos 200 millones de euros”. Así lo refleja el citado Censo de proyectos de hidrógeno de la AeH2. Esta institución destaca que, de hacerse realidad las iniciativas presentadas hasta el momento, supondría casi doblar el objetivo de producción marcado por el Gobierno hasta 2030. 

No obstante, el interés del sector privado podría no ser suficiente, al menos en términos globales. El informe ‘Hydrogen Insights 2023’, elaborado por el Consejo del Hidrógeno y McKinsey, señala que todavía existe una ‘brecha de inversión’ de 380.000 millones de dólares hasta 2030 para estar en condiciones de cumplir el objetivo final de descarbonizar la economía para mediados de siglo, y eso si se materializan los proyectos ya anunciados (1.040 hasta el pasado mes de marzo) que totalizan una inversión de 320.000 millones de dólares. A pesar de todo, esta cifra supone un crecimiento del 35% entre mayo de 2022 y enero de 2023.

“Parece necesario un mayor apoyo de las administraciones públicas a todos los niveles”, insisten desde Ariema. Y no se trata solo de la financiación o de reducir la burocracia; en su opinión falta “involucrar a la sociedad civil, formar a más profesionales (actualmente la demanda de ciertos perfiles profesionales es muy superior a la oferta), una mayor concienciación pública, divulgación de los beneficios de la transición energética, una mayor integración de los agentes de I+D para potenciar el desarrollo tecnológico, un régimen fiscal incentivador de la inversión en actuaciones y proyectos renovables y de reducción de la huella de carbono y, por último, que exista un compromiso político que acompañe el crecimiento y posicionamiento del país”. 

Hidrógeno verde en España: plantas, proyectos y empresas

La mayoría de los proyectos anunciados hasta ahora o ejecutados (los menos), tienen que ver con aplicaciones a gran escala o movilidad, aunque apenas hay unas pocas estaciones de repostaje de hidrógeno abiertas al público y las privadas fundamentalmente abastecen a autobuses públicos. Por eso, aunque el mapa del hidrógeno verde en España abarca toda la península y los dos archipiélagos, las plantas se concentran en las costas del Cantábrico, Mediterráneo y las del sur debido a la mayor presencia en dichas zonas de industria pesada que es, a su vez, la de más difícil electrificación y, por eso mismo, descarbonización.

Cepsa, Enagás, Iberdrola, Natugy y Repsol son las empresas que lideran los principales proyectos que empiezan a configurar los denominados ‘valles’ del hidrógeno, un concepto que hace referencia al ecosistema que se pretende crear entre empresas productoras, desarrolladoras (centradas en el I+D+I) y usuarias de este gas. Estos son algunos de los mayores proyectos de producción de hidrógeno verde que están por llegar en España:

  • Cepsa encabeza lo que ya se conoce como el Valle andaluz del hidrógeno y es uno de los mayores proyectos de Europa en su clase: pondrá 3.000 millones de euros encima de la mesa para inaugurar en 2027 sendos parques energéticos en San Roque (Cádiz) y Palos de la Frontera (Huelva). Asimismo, habría una inversión adicional de 2.000 millones en generación de energía eólica y solar para alimentar los electrizadores de hidrógeno.
  • Por su parte, Repsol lidera el consorcio ‘Shyne’, en el que participa también Enagás -además de Alsa, Bosh, Talgo, Iberia, Sidenor o Navantia- y que tiene previsto desarrollar hasta 2030 plantas en 10 comunidades autónomas con una inversión global de unos 3.230 millones de euros. Uno de los principales proyectos del consorcio es el Tarragona Hydrogen Network o ‘T-HYNET’ y pretende abastecer cerca del 50% del hidrógeno que necesita el polo químico de Tarragona, el mayor del sur de Europa. De hecho, la planta estará ubicada en la refinería que Repsol tiene en esa provincia. La inversión de la primera fase, que debería estar operativa en 2025, supera los 200 millones de euros y podrían sumarse otros 80 millones en almacenamiento energético; la segunda fase, a partir de 2027, aumentaría la capacidad de producción con una inversión extra de 1.000 millones, aproximadamente. De momento, la compañía presidida por Josu Jon Imaz ha recibido hace pocas semanas 62 millones de euros de la Comisión Europea para construir el que podría llegar a ser el electrolizador más grande de España en el marco de este proyecto que, a su vez, formará parte del Valle del hidrógeno de Cataluña y se integrará a través del Corredor del Hidrógeno del Ebro con el Valle del hidrógeno de Aragón y el Corredor vasco del hidrógeno (BH2C) en el que, por cierto, Petronor (grupo Repsol) invertirá otros 1.383 millones hasta 2026 junto a socios como Enagás.
  • Iberdrola es otra de las energéticas que pugnan por hacerse un hueco en el mercado español del hidrógeno. Al margen de su planta de Puertollano, inaugurada en junio del año pasado, planea invertir un total de 2.000 millones hasta 2027 para crear más instalaciones de producción de hidrógeno como la que proyecta para surtir a Fertiberia en el puerto de Palos de la Frontera (Huelva). Solo dicha planta, conocida como ‘GreenH2F’ requerirá unos 1.150 millones (450 para la primera fase que debe estar lista en 2026). 
  • BP también tiene grandes planes en torno al hidrógeno. En su caso, lidera con Iberdrola el Clúster del hidrógeno de la Comunidad Valenciana, denominado ‘HyVal’, que tendrá como primer cliente la refinería que la petrolera opera en Castellón, para pasar después abastecer al sector cerámico y químico de la región, entre otros. La inversión prevista hasta 2030 asciende a 2.000 millones de euros y de momento ha recibido una primera ayuda pública de 15 millones de euros para construir el electrolizador.
  • Otro de los mayores proyectos de hidrógeno tiene como promotores a Enagás y Naturgy que convertirán la central térmica de la segunda en La Robla (León), actualmente en proceso de desmantelamiento, en el corazón del ‘Robla Hub’ que costará unos 485 millones de euros y tiene fecha de  puesta en marcha en el año 2026.
  • Enagás, Naturgy, Fertiberia y Vestas participan a su vez en el consorcio promovido por Copenhagen Infrastructure Partners (CIP) para obtener hidrógeno y amoniaco en Teruel (Aragón). La primera fase podría echar a andar este mismo año. El Gobierno de Aragón ha aprobado su Declaración de Interés Autonómico y General, ya que, según las cifras presentadas, podría abastecer de hidrógeno el 30% del mercado actual en España. El presupuesto es de 2.000 millones de euros y la entrada en operación comercial está prevista para 2027.
  • Finalmente, hay que mencionar a ‘HyDeal España’, otro consorcio liderado por DH2 Energy y el que participan ArcelorMittal, Enagás y el Grupo Fertiberia. La construcción de su primer proyecto, ‘Hysencia’ -una planta de hidrógeno- debería arrancar en el segundo semestre de 2023, con una segunda fase programada entre 2025 y 2026. El presupuesto global para todas las infraestructuras previstas en ‘HyDeal España’ supera los 1.500 millones de euros.

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