Publicado el 14 de febrero de 2020

¿Puede Europa sufragar la revolución verde?

¿Qué es el El Pacto Verde Europeo y la revolución verde? A mediados de diciembre, la Comisión Europea (CE) presentó una hoja de ruta inicial de las políticas y medidas necesarias para llevar a cabo el Pacto Verde Europeo, cuyo objetivo principal consiste en conseguir la neutralidad climática en 2050, y que incluye presentar un […]
  • El Pacto Verde Europeo es una iniciativa política con un componente económico y legislativo, enmarcada en objetivos de reducción de emisiones ambiciosas, pero según muchos realizables.
  • Se estima un escenario base con un coste de 260 mil millones de euros aproximadamente, parte de los fondos vendrían del Banco Europeo de Inversiones. A mayor precio del CO2, menor coste.
  • Redirigir la financiación hacia sectores verdes de la economía es crucial y uno de los enfoques planteados es verlo como si de capital riesgo se tratara: en el camino a los grandes éxitos, se esperarían varios fracasos.

¿Qué es el El Pacto Verde Europeo y la revolución verde?

A mediados de diciembre, la Comisión Europea (CE) presentó una hoja de ruta inicial de las políticas y medidas necesarias para llevar a cabo el Pacto Verde Europeo, cuyo objetivo principal consiste en conseguir la neutralidad climática en 2050, y que incluye presentar un plan para elevar el objetivo de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030 al 50% como mínimo y un 55% con respeto a los niveles de 1990.  La Comisión espera proponer a más tardar en marzo la primera Ley del Clima europea.

The Economist afirma que el Pacto Verde Europeo va más allá que las anteriores políticas climáticas. Un área donde incursiona es el comercio. Según la propuesta de la CE, la Unión Europea (UE) reusaría firmar nuevos acuerdos comerciales con países que no cumplan con los requisitos del acuerdo de Paris (los firmantes deben incrementar la escala de sus objetivos de des carbonización cada 5 años). Esto implicaría que no habría nuevos acuerdos con EE. UU. mientras Donald Trump sea presidente y pondría presión sobre países como China e India.

Según publica Foreign Policy, el plan de la UE es científicamente posible y probar la viabilidad de la transición hacia una economía baja en carbono es la primera forma en la que puede propagarse la acción y políticas más allá de las fronteras europeas. Otra de las formas en que podría tener éxito es en bajar los costes de la transición energética para todos. La agresiva búsqueda de descarbonización en la UE proveerá apoyo y fondos y las economías de escala necesarias para la innovación en tecnologías limpias.

Revolución verde y Pacto Verde Europeo: Europa pretende conseguir la neutralidad climática para el 2050

Los fotovoltaicos se mencionan como ejemplo de lo anterior: el coste final de las instalaciones fotovoltaicas ha disminuido un 70% desde 2010, cuando Europa iba a la cabeza en cuanto a incentivos,  y estos costes más bajos han hecho que la región de Asia-Pacifico (incluyendo a China) sea donde se concentre mitad de la capacidad de generación instalada.

La presidenta de la Comisión Europea, presentando su plan afirmó que este es el momento “hombre en la luna” europeo.  Esto analogía implica que Europa estaría asumiendo los costes de ser el pionero en un tema que beneficiaría a toda la humanidad, incluso de un tema más crítico. La pregunta es, ¿cómo se financiaría?

Economía verde: Pagando por ser los primeros

Según publica Expansión, el elevado coste que los países tendrán que afrontar para culminar la transición hacia una economía limpia es el gran desafío de la batalla climática, y el argumento que más reticencias provoca en bloques como la UE. Sólo en Europa, la Comisión estima necesidades de inversión por valor de 260.000 millones de euros al año durante los próximos años. Esto representa un 1.5% del PIB de 2019. (Infórmarte sobre el riesgo crediticio de la transición energética)

Por otra parte, en el documento de la CE se afirma que se presentará un plan de inversiones para contribuir a lograr la financiación adicional necesaria. Se ha propuesto un objetivo del 25% para la integración de la dimensión climática en todos los programas de la UE y se ha propuesto basar una de las fuentes de ingresos en envases de plástico no reciclado y asignar al presupuesto el 20% de los ingresos procedentes de la subasta del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión. 

No menos importante es el sector privado: la CE reconoce que será clave para financiar la transición ecológica y plantea enviar señales claras a largo plazo para dirigir los flujos financieros y de capital hacia inversiones ecológicas, y evitar activos obsoletos.  Entre las vías para alcanzar esta meta se menciona aplicar una taxonomía para clasificar las actividades sostenibles y gestionar los riesgos medioambientales, brindar más oportunidades a inversores y empresas mediante etiquetas claras y desarrollar una norma continental sobre bonos verdes. De igual forma, integrar los riesgos climáticos y medioambientales en el sistema financiero y determinar cómo puede contribuir a aumentar la resiliencia frente a ellos.

Revolución verde: Consecuencias de redirigir la financiación hacia la economía verde

The Economist resalta que otra vía es el Banco Europeo de Inversiones (BEI), un banco de desarrollo con alrededor de 550 mil millones de euros en su balance, que se transformaría en un banco climático. El BEI se ha comprometido a eliminar gradualmente la financiación de combustibles fósiles para 2021. Para 2025, Werner Hoyer, su presidente, quiere que el 50% de sus préstamos se destinen a proyectos ecológicos, frente al 28% actual, y el resto a inversiones alineadas con objetivos climáticos. Parte de ese dinero se destinará a un fondo de «transición justa», con un valor de 100 mil millones de euros durante siete años. De igual forma, el 30% del fondo InvestEU contribuirá a la lucha contra el cambio climático (los proyectos estarán sujetos a una prueba de sostenibilidad).

La pérdida de empleos será una consecuencia inevitable de la descarbonización de la economía europea; solo la industria del carbón emplea a unas 250.000 personas, principalmente en Europa del Este. El fondo intentará aliviar algo de este dolor y la oposición política que provoca.

Consideraciones finales

Según menciona Mariana Mazzucato en Financial Times, la revolución verde y redirigir la financiación hacia áreas más verdes de la economía es crucial, y la nueva estrategia climática del BEI es un paso bien recibido. Sin embargo, la obsesión por mantener una calificación AAA ha limitado el coraje y la asunción de riesgos. Como cualquier capitalista de riesgo admitiría, por cada éxito habrá muchos fracasos. Construir un portafolio de inversiones verdes implica asumir mayores riesgos, pero también asegurarse de que no solo se socialicen los riesgos, sino también las recompensas.

Finalmente, la incertidumbre sobre el coste seguirá hasta que las legislaciones comiencen a debatirse y aprobarse. Ante esto, resulta interesante la respuesta del vicepresidente de la CE, Frans Timmermans, que afirma que es imposible precisar cuánto de la inversión estimada entre 260.000 y 300.000 millones de euros anuales será dinero público: “si el precio del CO2 baja de 25 a 20 euros, la transición será más costosa para el sector público. Y si sube a 35, casi se pagará por sí misma. Los 260.000 millones anuales parecen una cantidad increíble, pero el coste de no actuar es enorme: pérdida de productividad por el aumento de la temperatura, desastres naturales, desertificación, crisis de salud… No hay que ser ingenuo, va a haber un elevado coste. Pero el precio de invertir es menor que el de no hacer nada”.

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